Privación lingüística
Lógicamente, uno de los temas centrales fue la Privación lingüística, es decir, la falta de una lengua completamente accesible en los primeros años de vida. Esta falta de acceso a una lengua tiene una serie de consecuencias en diferentes aspectos del desarrollo cognitivo, a saber: en el procesamiento neurocognitivo, en la atención, en la memoria de trabajo auditiva y visual, en la inhibición, el control, la planificación y en la organización cognitiva y emocional. Estas consecuencias son irreversibles, si un niño o niña sorda aprende lengua de signos después de los 6 años no va a tener un desarrollo lingüístico “normal”, ya que ha pasado su periodo crítico, después del cual se cierran ciertas estructuras.
Como vemos al final del vídeo, una niña o un niño sordo, si está expuesto a la lengua de signos desde el nacimiento, o desde los primeros meses y durante el periodo crítico, su desarrollo cerebral será similar al de las personas oyentes. Logrará una autovía rápida desde un punto a otro de su cerebro.
En nuestras aulas vemos muchas veces alumnado sordo con dificultades para procesar el lenguaje en general, tanto oral y escrito como en LSE. Durante la charla Cristina ofreció un dato alarmante: cerca del 50% de los niños son semilingües, ya que tras la habilitación protésica y la rehabilitación logopédica, presentan una mala adquisición de ambas, lengua oral y lengua de signos. Y esto se materializa en una serie de consecuencias: dificultades cognitivas, sociales y emocionales.
Por otro lado, recientemente leí un trabajo de Manrique, E: Desarrollo atípico del lenguaje en niños con discapacidad auditiva. ¿posible TDL? en el que afirman que aproximadamente el 30% de los niños y niñas con prótesis auditivas presentan dificultades lingüísticas persistentes compatibles con un trastorno del lenguaje (TDL). Digo compatibles, porque aún se discute si puede haber un trastorno del lenguaje cuando hay una discapacidad auditiva (clínicamente el hecho de tener un déficit auditivo es un criterio de exclusión del TDL). La realidad es que en nuestras aulas nos encontramos con alumnado sordo que presenta dificultades en el procesamiento del lenguaje, una velocidad de procesamiento más lenta y dificultades en la interacción social y/o el comportamiento ¿consecuencia de una situación de semilingüismo?, ¿compatible con un trastorno del desarrollo del lenguaje?
En muchos casos es difícil, si no imposible, saber cuál es exactamente el motivo, pero sí tenemos claro que algunos aspectos van a condicionar mucho su desarrollo: factores como el nivel de inteligencia (que le ayude a ir compensando ciertas dificultades), la asistencia de forma continuada a terapia logopédica que se ajuste a sus características; y la familia: si los padres son sordos tendrá el acceso desde el nacimiento a una lengua accesible y estructurada. En los casos en los que la familia es oyente puede haber diferentes actitudes, tanto hacia la lengua de signos, como a ajustarse a las dificultades de comunicación de su hijo, explicarle lo que sucede a su alrededor para favorecer que vaya desarrollando la teoría de la mente... En definitiva, el entorno puede influir de manera positiva o negativa en el desarrollo del niño o niña con discapacidad auditiva.
Y esto no sólo tendrá consecuencias en el desarrollo comunicativo-lingüístico, sino también a largo plazo en su salud mental. Cristina nos habló, también, de las tasas de prevalencia de problemas de salud mental en personas sordas:
En general, tanto en lo referido a la ansiedad, como a la depresión las tasas de prevalencia son mucho mayores en personas sordas y más persistentes, menos puntuales. A esto hay que añadir que en muchos casos puede haber un diagnóstico erróneo, ya que la mayoría de los profesionales sanitarios y psicólogos no saben Lengua de Signos (o no lo suficiente para el diagnóstico y terapia) y no en todos los casos se cuenta con intérprete (por no mencionar que la intérprete necesita tener un amplio conocimiento sobre salud mental para hacer una interpretación lo más ajustada posible). Me agradó saber que en la actualidad hay siete psicólogas sordas tituladas en España. Puede parecer poco, pero mejor no pensar cuántas psicólogas sordas podía haber hace 20 o 30 años. Personalmente considero que es fundamental contar con profesionales sordos formados: psicólogas, lingüistas, maestras… que puedan no solo intervenir directamente con las personas sordas, si no también que puedan formarnos a los profesionales oyentes, y construir equipos de trabajo más diversos, y que por tanto puedan atender mejor a la diversidad, teniendo en cuenta más aspectos y perspectivas.
Después de escuchar la interesantísima charla siempre viene la reflexión, y las preguntas, ¿Por qué se sigue orientando a las familias con niños sordos en contra de la lengua de signos, viendo que no solo no es negativo sino que ayuda a prevenir otras dificultades? ¿Cómo cambiar estos prejuicios? Y en el plano personal… ¿Qué podemos hacer los maestros? Lo primero que me viene a la mente es compartir las ideas, seguir formándome y en el día a día tratar de ir compensando algunas de esas dificultades que quizá se podrían haber prevenido o minimizado con unas orientaciones a las familias en el momento del diagnóstico, pero que en cualquier caso, ahí están y hemos de intentar ser parte de la solución.
¡Seguimos aprendiendo!
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