Las personas sordas y la LSE en el teatro y los medios audiovisuales

Hace unas semanas asistí a la obra de teatro Manual básico de Lengua de Signos para romper corazones. La obra relata la historia de amor entre dos jóvenes, uno sordo y el otro oyente. En un tono desenfadado se pueden observar algunas dificultades en la comunicación, así como el proceso durante el cual el protagonista oyente va aprendiendo LSE y va conociendo y comprendiendo algunos aspectos culturales de las personas sordas.


Esta obra de teatro se estrenó hace un par de años, pero como consecuencia del fallecimiento del guionista y director dejó de representarse. Ahora ha retomado la representación de la obra un nuevo director contando con los dos actores protagonistas. 
La representación es bastante accesible ya que hablan y signan, pero además cuenta con subtítulos, excepto en las primeras escenas, para ayudar a que el espectador se ponga en la piel de los protagonistas con sus dificultades de comunicación iniciales.
Esta obra parte de una idea original de Roberto Pérez Toledo del corto Sí a todo, y los actores protagonistas son los mismos de la obra de teatro. 

El teatro es una forma de expresión artística mundialmente extendida, también para las personas sordas, y muchas compañías de teatro de sordos, así como festivales y/o bienales dan cuenta de ello. Personalmente, recuerdo la primera Bienal de teatro y Pantomima de la Asociación de Sordos de Madrid a la que asistí cuando aún estaba aprendiendo LSE. Reconozco que para mí supuso un antes y un después, el ver cómo se expresan los actores sordos aprovechando la expresión facial, corporal, la Lengua de Signos… y comprobar cómo, fruto de esa expresividad, se puede ser espectador de una obra protagonizada por actores o compañías de otros países y con otra lengua de signos, y comprender el contenido.
También recuerdo, algún tiempo después, cuando ya estaba trabajando como intérprete de LSE, asistir a una representación en Lengua de Signos Francesa de Los Monólogos de la Vagina, de la compañía de teatro francesa IVT y protagonizada por Emmanuelle Laborit (autora del libro El grito de la gaviota). 

Algunas representaciones teatrales en Lengua de Signos son verdaderamente una obra de arte, por su capacidad expresiva y el despliegue de recursos. Aunque, por otro lado, el teatro es una forma de arte efímera. Por suerte podemos encontrar algunas representaciones grabadas y disponibles online para disfrutar una y otra vez. Por ejemplo, en el Acto de presentación del Real Decreto 155/2024, por el que se reconocen las expresiones culturales vinculadas a la cultura sorda y la lengua de signos española como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial podemos disfrutar de un buen ejemplo de representación expresiva gracias a José Luis y Gema, actores sordos de la compañía teatral El Grito.

Es verdad que hay obras de teatro y representaciones más expresivas o cercanas a la pantomima, otras más conceptuales, otras son adaptaciones de obras escritas a la lengua de signos… hay variedad, exactamente igual que en el teatro oyente, aunque desgraciadamente mucha menos oferta.

También ha habido obras producidas por oyentes, y que han tratado de incluir la lengua de signos a través de un personaje sordo con distinto éxito. Tanto en el teatro como en el cine y en la televisión. En algunas ocasiones la dirección/producción opta por lo más cómodo: contar con un actor oyente representando el papel de una persona sorda, normalmente con el asesoramiento de alguna persona sorda o intérprete de LSE para que les vaya enseñando a signar el texto. El problema es que cuando esto sucede por un lado la representación carece de naturalidad y en muchas ocasiones es poco comprensible, y por otro lado, como tienen que integrar ese único personaje sordo con el resto de los personajes y la trama, a veces se dan situaciones poco naturales, como que el resto de los personajes le entienden en lengua de signos e incluso le van traduciendo, pero luego le hablan; o el personaje sordo con ayuda de un implante oye y entiende pero no puede hablar; o como sucedía en una serie argentina, el personaje no es sordo sino que tiene mutismo y utiliza la lengua de signos para expresarse.
En estos casos, de acuerdo, logramos que la lengua de signos sea visible, pero ¿a qué precio? A costa de ofrecer situaciones poco realistas, poco exactas, y que no sólo no desmontan estereotipos o prejuicios sino que los perpetúan.

Personalmente, en dos ocasiones realicé este asesoramiento: una vez para una serie y otra vez para una obra de microteatro, y en ambas ocasiones mi primera recomendación fue que contaran con actores sordos. Negativa. Después, cuando hice recomendaciones en cuanto a cuestiones comunicativas, o del personaje tampoco fueron aceptadas. El guion estaba cerrado. Así que finalmente me limité a signar el texto. Creo que si me encontrara en la situación de nuevo sería más insistente, más contundente y sería más capaz de dar argumentos. 

Confío en que en la medida en que algunos actores sordos van siendo cada vez más visibles en el cine, la televisión o la publicidad; y la diversidad es cada vez más visible y normalizada, estas situaciones en las que un actor hace un papel de persona sorda, con una lengua de signos poco natural, y con incongruencias en el guion se irán reduciendo. En este sentido, es verdad que la industria audiovisual estadounidense ya ha dado un paso de gigante, ya que son muchas las series y películas que han ido incorporando un personaje sordo representado por una persona sorda. 
Que la diversidad se vea con naturalidad y esté representada en el teatro, la televisión y la gran pantalla, de forma accesible es fundamental. Pero, a la vez es muy importante que se siga promocionando y produciendo el “teatro de sordos”, que no solo es accesible sino que posee una riqueza propia y diferente a la del teatro de oyentes.

Me gustaría concluir esta reflexión con unas palabras de Roberto Pérez Toledo, el fallecido guionista y director del Manual básico de lengua de signos para romper corazones sobre el "... valor descomunal que tienen las historias como herramienta de sensibilización, visibilidad y cambio en la sociedad, especialmente en lo que concierne a historias sobre diversidad, tolerancia, inclusión…"

Edito: Algunos días después de publicar esta entrada, la web teatroaccesible.com publicó una interesante entrevista a Ángela Ibáñez, actriz sorda que ha participado en varias obras accesibles en el Centro Dramático Nacional, como por ejemplo en la obra Ricardo III.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Desde mi ventana. Concurso de relatos

A vueltas con la diversidad y la inclusión

El discurso narrativo en LSE

Flying Hands

Nuestro artículo publicado en REVLES